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800 candidatas a conductoras de camiones

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“’Mujer al volante: peligro constante’, decía el refrán. Pero no, eso ya no es así, ahora es ’Mujer al volante: poder al volante’”, reversiona improvisando Karen Aruta, una mendocina de 29 años que fue seleccionada junto a otras once mujeres de distintos puntos del país para formarse como camionera profesional.

“No me he subido a un camión jamás. Miro la altura de la cabina y no lo puedo creer. Pero más allá del tema de las dimensiones, me encanta conducir y soy muy precavida. Y por supuesto, me encanta viajar. Yo creo que las mujeres podemos hacer el trabajo que se nos ocurra, ¿por qué no?”. Karen integra el plantel de las 12 elegidas para realizar el programa “Conductoras”, que consiste en una beca en la capacitación dictada por la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (FADEEAC).

Los números sorprenden: a la convocatoria online impulsada por la empresa Scania se inscribieron 786 mujeres de entre 25 y 45 años, detrás de la posibilidad de transformarse en conductoras profesionales para salir a las rutas. Una cifra altísima teniendo en cuenta que, según datos de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, sólo el 0,7% del total de las licencias para transporte de carga han sido entregadas a mujeres, algo así como apenas un poco más de 400.

“Es que al ir viéndonos, cada vez más chicas se van a animar”, asegura Norma Arrúa, conductora de camión de cargas generales y peligrosas, y una de las creadoras del grupo de Facebook “Simplemente Camioneras”, una comunidad de 15 mil seguidores en las que las mujeres transportistas comparten informaciones útiles, saludos y fotos de sus viajes por las rutas del país.

Las 12 seleccionadas para la beca “Conductoras” debieron pasar exámenes teóricos y psicofísicos. El curso lo harán en la Fundación Profesional para el Transporte, que es el brazo académico de la FADEEAC. El curso dura un mes -ellas lo harán becadas–, es abierto a cualquiera –hombres y mujeres– y hoy ronda los 40 mil pesos.

“Yo me inscribí con mucha sospecha, pensando que quizás era mentira. Por eso cuando recibí la llamada, no lo podía creer”, cuenta Grecia Cobis, una arquitecta venezolana de 27 años que vive hace dos años en el país.

“Estuve trabajando en una empresa de diseños de cocinas, hacía los planos. Cuando quedé seleccionada, pedí una licencia sin goce de sueldo. Primero me dijeron que sí, pero a menos de dos días de iniciarse el curso, me avisaron que no iba a poder ser y que renunciara o siguiera yendo a trabajar. Así que tomé la decisión porque esta oportunidad no la voy a dejar pasar, me gusta la arquitectura pero siento que nací para esto, además de que el lugar donde trabajaba ya no me hacía feliz. Por otro lado, mi papá está en Venezuela y creo que está más emocionado que yo. Se abre una nueva etapa, voy a ser la primera mujer camionera de la familia”.

“Siempre fue mi pasión. Desde que una sola vez me subí a un camión y apenas probé manejarlo, realmente me di cuenta de que era esto lo que yo quería hacer”, relata Claudia San Nicola (45), de Merlo, provincia de Buenos Aires. “Trabajaba en una empresa y a veces había que entrar vehículos. Un día, hubo que entrar un camión marcha atrás en una maniobra muy compleja porque era un lugar muy angosto, entre vidrio y pared, y yo me animé y lo entré. Después estuve una semana sin hablar, porque fue muy emotivo para mí haberlo logrado. De eso pasó muchísimo tiempo hasta esta posibilidad y ahora mi hijo, que tiene 17 años, me dijo: “Mamá, vos siempre decís que el que abandona no tiene premio, y bueno, acá estoy”.

El tema de la maternidad y la vida en las rutas se entrecruza en las conversaciones de las doce becadas. Viviana Velázquez (44) comenta que en el último tiempo había decidido quedarse en casa por la crianza de su hijo más chico, pero que la beca la tentó en la idea de forjarse una profesión. Sus dos hijos mayores, varones ambos, están emocionados con la idea de ver a su mamá manejando un camión. “Me parece muy bueno darles ese ejemplo de que “mamá sale, mamá puede”; es decir, no sólo lo hago por mí sino por ellos”.

Cecilia Adorno (34), madre de dos hijas, la mira y reafirma: “Si mamá puede ser camionera, ellos también pueden ser lo que deseen. Cada uno puede hacer lo que quiera, no importa el género. Hay que tratar de hacer lo que uno ama para poder vivirlo con placer”. Y comenta que también existe la posibilidad de desempeñarse como instructoras de manejo, mientras los hijos son pequeños y requieren una presencia más constante.

De hecho, el curso está a cargo de Virginia Melchor (28), conductora profesional y formadora con 10 años de experiencia. En su trabajo habitual, suele tener cursos de 140 hombres y ninguna mujer. “Lo fundamental es transmitir la responsabilidad de la profesión y la solidaridad en las rutas”, señala y precisa que en la actualidad, manejar un camión de cargas no requiere una condición física sino que es más bien como saber operar “un manual de procedimientos” y mediante el conocimiento técnico, “una secuencia de botones”.

Es por esto que en algunos países –los nórdicos llevan la delantera- la profesión de conducir un camión ya es igualitaria en lo relativo al género. En Latinoamérica en cambio, sigue siendo una ocupación mayoritariamente masculina.

“Confío en que las empresas se van a ir ’abriendo’ a contratar mujeres, así como también se va a ir modificando la infraestructura en las rutas. Hoy, las estaciones de servicio conocidas como ’estaciones camioneras’ porque sirven a este tipo de vehículos, sólo tienen baños y vestuarios para hombres, lo mismo sucede en los puertos y en los pasos fronterizos”, comenta Virginia.

“Mi papá es camionero, mi novio también. Viajé mucho con ellos y sé que en las rutas no hay ninguna comodidad para nosotras”, asegura la santafesina Claudina Gilardo (26), de profesión observadora meteorológica. “Pero esto va a ir cambiando cuando seamos más. Yo estoy ansiosa por obtener la licencia, así vuelvo a Venado Tuerto y salgo en mi primer viaje con el camión”.

Obtener la licencia es un tema complicado. Al respecto, Elisa Else (38) comenta: “Cuando fui a la Dirección General de Tránsito a pedir turno para sacar el carnet de camionera me dijeron: ’Vos podés aprobar el teórico, pero el práctico es otra cosa. Nadie te va a prestar el camión para rendir, ha habido accidentes, es un trabajo muy peligroso’. En ese sentido, con las mujeres aún hay muchísimas trabas”, advierte, pero después de este relato sonríe: “Va a ir cambiando. Además, con nosotras, la ruta va a estar en buenas manos”.

Las pioneras al volante

Aunque muchas menos en relación a la cantidad de varones, cada vez más mujeres recorren las rutas de la Argentina al mando de un camión. Fabiana Panella (38) es una de ellas. “Al principio, mi papá no quería saber nada con sumarnos a su trabajo porque decía que esto era cosa de hombres pero mi mamá, que había querido ser mecánica y por una cuestión de la época no pudo, insistió y lo logramos”, cuenta Fabiana, que es de Mercedes e integrante de una familia compuesta por tres hermanas, las tres camioneras. Ahora hay un hermano menor, que probablemente también se sume a la empresa Panella e Hijas.

Fabiana maneja camiones desde los 21 años, “cuando éramos muy pocas en todo el país”, y asegura que lo que más disfruta es salir a las rutas y que la profesión nunca le hizo perder ciertos rasgos de coquetería, como por ejemplo, el maquillaje.

“Yo arranqué a manejar un camión a los 42, hace siete años”, precisa Norma Arrúa, dedicada al transporte de cargas peligrosas. “Cuando empecé, no sabía cuántas mujeres había en el rubro y por eso, de a poco surgió el grupo de Facebook ’Simplemente Camioneras’. La página nos sirve para encontrarnos y también para que las empresas nos vean”, precisa y aclara que “no es por marcar diferencias, hombres y mujeres tenemos que estar en condiciones de equidad. Si yo estoy en un puerto de descarga y alguno dice que las mujeres primero, yo digo que no, que sea por orden de llegada. Cuando trabajo, no busco privilegios sino ser tratada como una igual”.

Margarita Quiroga tiene 57 años y toda una vida dedicada a transportar hacienda. “Al principio trabajé con mi papá pero después de muchos años de ahorro, hace 28 años pude comprar mi primer camión”. Nacida en Carmen de Areco, recorre las rutas de la provincia de Buenos Aires y relata que siempre es recibida con respeto por sus colegas. “Hago todo lo que hace el varón, engrasar, cambiar cubiertas, es más maña que otra cosa”. Sus dos hijos hoy son adultos, pero cuando eran chicos y no tenían clases, viajaban con ella: “Una siempre se las arregla”.

“Treinta y cinco años arriba del camión”, hace cuentas María Alejandra Rumi (53), nacida en Eduardo O’Brien, partido de Bragado. “Cuando era chica, mi papá me llevaba a sus viajes y yo me escondía para poder ingresar con él a los puertos, después fui creciendo entre tractores, así fue como aprendí”. A lo largo de los años pasó de llevar hacienda a transportar cereal, trabajó en forma de dependencia y también como autónoma, a veces en recorridas que la alejan un mes entero de su casa. “Ahora te podés cruzar con otras chicas pero cuando me inicié, todos se sorprendían cuando del camión bajaba una mujer. Algunos no lo veían bien pero no me hice problemas. Este es el oficio que aprendí de mi papá y el que hago con pasión. Yo digo que no salgo de viaje de trabajo, voy en viaje de placer”.

FUENTE: Clarin https://bit.ly/2Ps2jxg